Esta es mi versión cafetera de la clásica Crème Brulée. Debo comenzar por decirles que para mí este es un postre ícono, igual que el Tiramisú (que ya prepararé en su momento). Cuando era chica y veía las recetas en los libros y revistas de mi mamá, siempre me llamó la atención este postre, con su textura cremosa y brillante y su costra dorada.. me hacía agua la boca. No tuve oportunidad de probarlo hasta bien grande, durante un viaje a Buenos Aires, cuando unos buenos amigos me llevaron a un pequeño restaurante francés en Recoleta. Quedé enamorada y no he dejado de estarlo. Ahora que me compré un flambeador, llegó el momento de hacerlo yo misma, pero en vez de hacerla de vainilla clásica, decidí hacerla de café y compartirla con ustedes; el resultado fue DELICIOSO!
La receta que usé y adapté es de Sandra Plevisani en su libro Dulce Pasión.
Ingredientes
6 yemas
3/4 de taza de azúcar
1 cucharada de café recién molido
2 tazas de crema de leche
Azúcar (para quemar la Crème brulée)
Preparación
Bate las yemas con el azúcar en la batidora eléctrica hasta que la mezcla adquiera un color blanco.
Aparte pon a hervir la crema de leche con la cucharada de café y deja que infusione. Cuélala para retirar el café.
Incorpora la crema de leche a las yemas en forma de hilo, batiendo constantemente.
Regresa esta mezcla a la olla donde se hirvió la crema de leche y dale punto sin que hierva demasiado y se corte.
Inmediatamente vierte la preparación en los moldes especiales de crème brulée (son unos bien chatitos, pero si no tienes puedes usar unas dulceras, solo que no pongas demasiada crema) y refrigera por lo menos 2 días.
Saca los moldes de la refrigeradora y espolvoréalos con azúcar blanca refinada en cantidad suficiente para cubrirla y quémala con el soplete doméstico (flambeador), no al horno.
Ponla en el congelador para que el caramelo endurezca y sírvela inmediatamente. Puedes adornarla con fresas o frambuesas.